Como pastores de jóvenes, podemos estar bajo la idea que los chicos de nuestros grupos van a ser más impactados por que tan buenos son nuestros mensajes, que tantas palabras en griego utilizamos, o que tan buenos fueron nuestros ejemplos en el mensaje. Y aunque estas cosas son muy buenas, créeme que no son las mas esenciales para que los chicos de nuestros grupos de jóvenes sean impactados.

Esta generación está haciendo preguntas que solo el evangelio puede responder. Hay sed. Hay hambre. Hay apertura. Pero esa apertura no durará para siempre. ¿Estaremos listos para recibirlos con autenticidad? ¿Nos atreveremos a soltar estructuras? ¿O seguiremos esperando que llenen nuestros eventos y cumplan nuestras metas ministeriales? La fe sigue viva. Jesús sigue llamando. Y la generación más espiritual en décadas… está escuchando.