
"Aquel que es el libre sabe amar bien"
- Jahaziel Escobedo
En Resumen:
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La vida cristiana es unión con Cristo y el camino hacia la verdadera felicidad.
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Ser un solo espíritu con Dios implica ser libre y amar bien.
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La verdadera libertad es la disciplina del deseo para elegir el bien.
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El cuerpo es templo del Espíritu Santo; debemos honrar a Dios con él.
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La castidad regula los deseos sexuales y enseña a amar sinceramente.
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Amar bien es querer el bien verdadero, que conduce a la comunión con Dios.
La vida cristiana es una unión íntima y profunda con Cristo, donde Dios se convierte en el centro absoluto de nuestra existencia. Esta unión es el camino hacia la verdadera felicidad y plenitud, que se alcanza cuando hacemos de nuestra vida un lugar donde Dios es lo más importante y nos transformamos en “un solo espíritu con Él” (1 Corintios 6:17).
Esta realidad se manifiesta en dos aspectos fundamentales: la libertad y el amor verdadero. La libertad cristiana no es ausencia de normas ni licencia para hacer lo que queramos, sino la disciplina que regula nuestros deseos para que podamos elegir el bien con naturalidad y sin lucha constante. Conocer la verdad de Dios nos libera (Juan 8:31-32), y esta libertad nos permite vivir plenamente bajo su voluntad, alejándonos del pecado que destruye nuestro cuerpo y espíritu.
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, un regalo sagrado que Dios nos ha dado y por el cual fuimos comprados a un alto precio (1 Corintios 6:19-20). Por eso, honrar a Dios con nuestro cuerpo, especialmente guardándonos de la inmoralidad sexual, es una expresión esencial de nuestra fe y amor hacia Él.
El amor que se vive en esta unión con Dios es un amor que busca el bien verdadero, no lo placentero o conveniente. La virtud de la castidad nos ayuda a ordenar correctamente nuestra sexualidad, permitiéndonos amar con sinceridad y respeto según el diseño divino. La castidad es una manifestación concreta de amar bien, que conduce a la comunión plena con Dios y a la plenitud del ser.
En contraste, la lujuria y otros pecados sexuales son desórdenes que separan, nublan la mente y oscurecen el alma, alejándonos de la verdadera libertad y del amor que Dios quiere para nosotros. Sin embargo, la castidad no es solo para quienes nunca han fallado, sino para todos los que desean volver a amar con verdad y autenticidad, caminando cada día más cerca de Dios.a
