
"Somos La Generación"
- Josué Vargas
En Resumen:
-
No fuimos plantados solo para morir al pecado, sino para vivir en su resurrección.
-
No se trata de lo que hiciste, sino de lo que Jesús ya hizo por ti.
-
La gracia no nos cubre para seguir pecando, sino para vivir en propósito.
-
La santidad no es una meta imposible, es el fruto de una vida rendida.
-
Servir al Señor es una decisión diaria, no una moda generacional.
-
Tus sueños están seguros en Dios, porque sus caminos son más altos que los tuyos.
Somos la generación que ha sido llamada no solo a morir al pecado, sino a vivir resucitada en Cristo. El Evangelio no es simplemente un mensaje de salvación del pasado, sino una invitación constante a una vida nueva, transformada, santa y con propósito. Romanos 6:5 nos recuerda que fuimos plantados juntamente con Cristo, no solo para compartir su muerte, sino también su resurrección. No se trata solo de renunciar al pecado, sino de abrazar una vida plena, poderosa y rendida al Señor.
Muchos están dispuestos a morir al pecado, pero no todos están listos para vivir para Dios. Esta generación necesita levantarse con un compromiso firme, como Josué declaró: “Yo y mi casa serviremos al Señor”. El mundo puede escoger otros caminos, pero nosotros decidimos caminar en fidelidad, aunque cueste. Ya no somos esclavos del pasado, porque el pecado fue vencido y el precio fue pagado. Jesús vive en nosotros y, por eso, sí podemos vivir en victoria.
No somos llamados a volver a Egipto cada vez que dudamos. Somos llamados a cruzar el desierto con la mirada puesta en la tierra prometida. Y aunque a veces nos sintamos incapaces, inadecuados o marcados por errores del pasado, Dios nos recuerda que no depende de nuestra preparación, sino de su llamado. A Moisés lo usó con temor; a ti te puede usar con gracia.
Vivimos bajo un nuevo pacto: uno donde la gracia no nos excusa, sino que nos capacita. No estamos aquí para repetir ciclos, sino para romper cadenas. Somos libres del pecado, hechos siervos de Dios, y ahora nuestro fruto es la santificación, y nuestro destino, la vida eterna (Romanos 6:22-23).
El llamado es claro: no más excusas. No más “no soy capaz”, “no estoy listo” o “lo que hice no tiene perdón”. En Cristo, todo eso ha sido cubierto. Él no solo perdona, Él transforma. Lo mejor que puedes hacer con tu vida es entregarle tus sueños a Dios. Porque aunque tus planes sean buenos, los de Él son más altos, más grandes y están llenos de propósito eterno.
No somos la generación que huye del compromiso. Somos la generación que se planta firme, que arde por Jesús, que sirve a Dios no por obligación, sino por amor. Somos la generación de la gracia... no para pecar más, sino para vivir con pasión, santidad y destino.
